Fecha: 2018-09-17 03:53:06


¿Dónde estamos parados?


A mi juicio, estamos en una situación extremadamente comprometida.

Para ponerlo en concreto: lo cierto es que hoy lo único que nos separa de un default es la “buena voluntad” del FMI; y ni siquiera de todo el organismo, ya que los analistas técnicos del mismo nos han bajado el pulgar. Ergo, la realidad es que nos siguen prestando, fundamentalmente, por la decisión de una porción de los responsables de dicho organismo, decisión que obedece a motivos geopolíticos. 

En este contexto, para dimensionar un poco el embrollo, voy a mencionar algunos números: hoy tenemos un rojo en la cuenta corriente (de la balanza de pagos externa) de alrededor de 5 puntos del PIB. Es probable que este número mejore con la última devaluación, pero lo cierto es que el PIB también se está contrayendo sobremanera, por lo que, en el mejor de los casos, tendremos un déficit de 4 puntos del PIB en el futuro próximo. 

Por otro lado, el resultado fiscal financiero no mejora: en 2017 fue de -6% del PIB, mientras que en 2018 se espera esté alrededor del -5,5%, con el agravante de que, por la acumulación de deuda y la estrepitosa devaluación, el famoso ratio “Deuda pública/PIB” alcanzaría la friolera del 90%, cuando en 2016 era menor al 60%. 

Como si fuera poco, la economía real está en shock. El combo de la depreciación que supera el 100% en el acumulado del año, tasas de interés prohibitivas y un salario real que caerá entre 15 y 20%, hace que el contexto para el sector productivo resulte sulfúrico. Recordemos que, en el año 2002, el peor de la historia moderna de nuestro país, el salario real cayó 30%. Así, nótese la magnitud del problema actual. 

En criollo: no estamos más que en presencia de la recesión más dura desde 2002, con todo lo que ello implica. Así, se espera el PIB se contraiga alrededor de un 2,6% en 2018, con una inflación que se ubicará alrededor del 45%. 

Recordemos que en el presupuesto 2018, el oficialismo descontaba un PIB creciendo al 3,5%, con una inflación del 15%. Una labor macrofinanciera notable por parte del equipo económico. 

¿Hay cambios por delante?
En este álgido contexto, algunos números nos dan la pauta de lo que viene. 

Por ejemplo, lo que se discute del presupuesto, a mi juicio, no hace más que confirmar que el oficialismo seguirá por el sendero equivocado

Por ejemplo, el gobierno en 2019 se estaría comprometiendo a reducir el déficit en alrededor de 2,5% puntos del PIB, algo -a priori- muy bueno. El problema con esto es que un 70% de ese ajuste caerá -nuevamente- sobre el sector privado. Un sector privado que ni siquiera está contra las cuerdas; a esta altura y sin temor a equivocarme, podría decir está cayendo fuera del ring

Por su parte, el remanente de ese ajuste se reparte de la siguiente manera: 26% corresponderá a recorte en la obra pública, mientras que sólo alrededor de un 4% será ajuste neto de gastos corrientes del Estado. Si esto no es una tomada de pelo, entonces no sé qué lo es. 

Así, para resumirlo, el ajuste -necesario- que se plantea no recaerá sobre la clase política. Nuevamente lo pagará el estrujadísimo sector privado, que vendrá de un 2018 para el olvido. Y eso no es una buena noticia en absoluto, ya que implicará que el consumo y la inversión se mantendrán en el subsuelo durante 2019, al tiempo que, el arrastre del pésimo 2do semestre de 2018 contribuye a hacer imposible la labor de imaginar un 2019 siquiera de crecimiento nulo, contrario a lo que piensa el gobierno. 

Recordemos que el oficialismo hoy está pensando un 2019 con un crecimiento del 0% y una inflación de entre el 20 y el 25%. Ya te anticipo que, de mínima, la inflación estará arriba del 30%, mientras que el PIB será negativo, tal vez bastante más de lo que se descuenta, ya que a esa altura, las chances del colapso macro lejos estarán de ser nulas. En ese escenario, la inflación podría superar cualquier registro de la historia reciente de nuestro país. 

Todos los caminos señalan en una dirección
Más allá de lo agorero del panorama macroeconómico, el problema es que ello implica que las chances de que los acreedores sigan financiando al fisco serán cada vez más escasas. Tengamos en cuenta que se requiere alrededor de un 3% de crecimiento del PIB anual de manera sostenida para repagar la deuda, y, como vemos, la economía está en un círculo vicioso, ya que nadie invierte, dado que, además de no ser rentable, el Estado se lleva gran parte del ahorro que la economía, incluso en estas híper-adversas condiciones, es capaz de generar. 

Así, lo cierto es que, por más “tirabombas” que resulte, todos los caminos indican que será una cuestión de tiempo para que caigamos nuevamente en un default

Realmente no se me ocurre ningún motivo para ser mucho más optimista. Si se te ocurre alguno, felíz de recibirlo a jfernandez@oikosbsas.com

La pobreza durante las últimas grandes crisis
Este en este momento cuando planteo es probable Macri no termine y en el futuro no muy lejano la pobreza podría llegar al 60%. 

Para que no se malinterprete: no es mi deseo, es simplemente el diagnóstico más objetivo que puedo hacer con la información disponible y mis herramientas académicas. De hecho, mi deseo es que termine, y todo esto se resuelva y en 2019 crezcamos al 9%, pero estaría negando la lógica. 

El motivo: simplemente el sector privado ya no va a poder soportar el avance del sector público en un contexto donde la torta se está achicando sobremanera; y en la medida que la economía real siga sin responder, será cuestión de tiempo para que los tenedores de activos argentinos terminen de soltarnos la mano
Es en este momento cuando me parece oportuno repasar lo que ocurrió en episodios anteriores similares. Para ello me parece conveniente mirar el siguiente gráfico, del Observatorio de la Deuda Social Argentina: 



Del gráfico se pueden extraer, como mínimo estas dos conclusiones: 

1) Durante los dos últimos colapsos macroeconómicos Híperinflación y Crisis 2001, la pobreza llegó al 47% y 54% -respectivamente- en sus picos máximos. 

2) En el período posterior a ambas crisis, el “piso” de pobreza se elevó. O sea, hubo una recuperación, pero no se volvió a los niveles de pobreza pre-crisis. Este fenómeno se conoce como histéresis.

Como consecuencia, si efectivamente vamos a una crisis de magnitud, y partimos de un piso de pobreza más elevado que el de la crisis anterior, no me parece para nada descabellado pensar que la pobreza podría llegar al 60%, en caso de que el equilibrio macroeconómico actual termine de colapsar. 

Así, para concluir, si comunicar un diagnóstico técnico de manera honesta me convierte en un “tirabombas”, entonces soy un “tirabombas”. Y a mucha honra. Creo la honestidad intelectual debería anteponerse ante todo, incluso hacia la cautela y la “seriedad”.

Fuente: Contraeconomía