Fecha: 2019-03-11 02:05:44


¡No todos somos Bolsonaro…!


El peronismo doctrinario estalla contra el abrazo Sáenz – Olmedo

“Algunas veces los conductores creen que han llegado al pináculo de su gloria y se sienten semidioses. Entonces “meten la pata” todos los días. Los conductores son solamente hombres, con todas las miserias, aun cuando con todas las virtudes de los demás hombres. Cuando un conductor cree que ha llegado a ser un enviado de Dios, comienza a perderse. Abusa de su autoridad y de su poder: no respeta a los hombres y desprecia al pueblo. Allí comienza a firmar su sentencia de muerte

(Juan Domingo Perón – La vanidad de los conductores – Conducción política)

 

Mientras el conjunto de la sociedad aguarda con ansias que los partidos políticos le ofrezcan de una buena vez un programa de gobierno con un modelo de país, de provincia y de región capaz de  revertir este presente de frustraciones y corrupción impune hacia una democracia sin esta tremenda deuda social y la lacerante grieta que nos divide, los tiempos electorales se vencen casi con vértigo y entonces las expectativas se agigantan. Marchamos hacia una nueva oportunidad.

Son los tiempos en que los hombres públicos, que por su condición de tales y de representantes de la voluntad popular están sometidos más que ningunos otros al escrutinio del conjunto de los ciudadanos, deben –o debieran- extremar su esfuerzos e intelecto para no defraudar semejantes expectativas y lograr el consenso que los lleve a ocupar con honra los cargos en la conducción del Estado-

Demás está decirlo, pero lamentablemente sucede, que estos son también los tiempos en los que afloran con más fuerza las fallas de esa dirigencia, sustancialmente por la pérdida de ejemplaridad sumada a su incapacidad en la gestión, para colmo de los males siempre teñida de soberbia y  la consecuente concepción autoritaria para el ejercicio del poder. En síntesis, la realidad de un escenario que puede corregirse, claro está, acertando en las urnas por una alternativa por cierto posible.

Cuando la posibilidad de cambio por las elecciones generales renueva las esperanzas y a la par revitaliza las exigencias de propuestas concretas de soluciones a problemas impostergables como lo son la lacerante pobreza estructural, el fracaso en las políticas públicas de educación, salud, trabajo, producción, seguridad, seguridad social, etcétera; la falta de propuestas y de compromiso de esas dirigencias se muestra con mayor crudeza.

Lo único cierto, evidente, es que –con las excepciones de toda regla por supuesto- todos quieren llegar, todos quieren ser, aunque muchos de ellos ya tuvieron la oportunidad de demostrarlo y fracasaron. Son los que se presentan como si hubiesen cruzado el Jordán, y que nada tienen ni tuvieron que ver con un pasado de sucesivos gobiernos que nos llevaron al escenario pavoroso de esta democracia sin justicia social que, por lo tanto, es una democracia incompleta… en deuda.

En ese escenario de un país quebrado, donde los circunstanciales gobernantes insisten machacona y ahora hasta estentóreamente con una campaña de profundización de la grieta, obviamente que el pago chico no escapa aunque el gobernador Urtubey, de tres mandatos consecutivos para nada exitosos en gestión, haya decidido saltar a la palestra nacional proponiendo una alternativa federal que por supuesto entusiasma pero que requiere una alta demostración de grandeza y renunciamiento a las ambiciones sectarias y fundamentalmente a las personales. Y ello está por verse y pronto. Hay esperanzas de que esa idea no se frustre.

En el pago chico, un abrazo

sacudió al peronismo:

el de Sáenz con Olmedo

 

Por estos pagos, un abrazo que escandalizó y escandaliza al peronismo doctrinario fue el impensado del intendente Gustavo Ruberto Sáenz con el autoproclamado “Bolsonaro Argentino” Alfredo Olmedo, ya confirmado como frustrado aspirante nada menos que a la presidencia de la nación.

No cabe la menor duda que aquello de “el fin justifica los medios” es una inmoralidad de altísimo calibre que resulta incomprensible no la haya medido el actual intendente y legítimo aspirante a la gobernación provincial, cuando le fue propuesta y alentada por los cortesanos cultores del marketing a los que –evidentemente- escucha.

Sáenz no es un improvisado en la política, ni un aventurero de los que abundaron como asaltantes de la política desde la reconquista de la democracia a esta parte de la historia. En modo alguno se puede suponer que tras una coherente trayectoria en el ideario doctrinario del justicialismo, de la noche a la mañana haya padecido una lobotomía o una crisis amnésica de principios elementales no sólo de la doctrina que lo formó, sino hasta de conceptos vitales de la vida en democracia.

Que Alfredo Olmedo enarbole con su personal orgullo las banderas indiscutiblemente facistoides y autoritarias de un Jair Bolsonaro que también por causa de la pérdida de ejemplaridad de las dirigencias políticas de su país accedió al poder por mandato de las urnas, es su absoluto derecho.

Pero de allí a que pueda insertarse también como abanderado a la cabeza de una corriente política que (aún más como un Frente Político) llevó a Ruberto Sáenz a gobernar la capital de Salta con evidentes logros que le dan un nivel de aceptación notable,  excede los límites de lo aceptable y comprensible bajo las exigencias de la moral y la ética que deben regir a la política como una de las más trascendentes actividades del ser humano.

Aquello del “abrazo del oso” se muestra en esta escena local de la política con un brutal patetismo que conmueve no solo al peronismo doctrinario sino a todo el espectro político democrático. De eso no hay dudas.

Por si acaso existiese algún desprevenido o neófito extremo de lo que expresa el adalid de Alfredo Olmedo, Jair Bolsonaro, en su ideología y visión del mundo,  vale por ejemplo el relato del periodismo en ocasión de su acceso al gobierno de Brasil, en esta nota titulada “Bolsonaro no gobernará para todos”, publicada por CNN en español con la firma de Pedro Brieger,  periodista y sociólogo argentino, autor de más de siete libros y colaborador en publicaciones sobre temas internacionales. Actualmente se desempeña como director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. Colaboró con diferentes medios nacionales como Clarín, El Cronista, La Nación, Página/12, Perfil y para revistas como Noticias, Somos, Le Monde Diplomatique y Panorama. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina. Lea:

Por lo general, cuando una persona asume la presidencia de un país, se espera el discurso inaugural ante el congreso para ver los lineamientos de lo que será su gestión de gobierno. Por lo general, también dice que va a gobernar para todos y que a pesar de las diferencias con sus adversarios durante la contienda electoral su objetivo principal es unir a los ciudadanos y ciudadanas detrás de un objetivo común. Desde ya que las primeras palabras suelen estar dedicadas a responder a las expectativas de quienes depositaron su voto por quien triunfó.

Sin embargo, en su breve discurso de apenas nueve minutos, Jair Bolsonaro sorprendió porque no delineó un plan de gobierno y repitió las consignas de su campaña. Fue tan obvia la falta de un plan de gestión que en la portada del influyente diario O Estado de Sao Paulo el título central fue “como presidente repite el discurso electoral”.

Por otra parte, no sólo que no hubo alusiones a que gobernaría para todos, sino que dijo que combatiría la “ideología de género” y que Brasil volvería a ser un país “libre de amarras ideológicas”. Bolsonaro fue aún más explícito fuera del congreso ante una multitud de seguidores. Allí dijo que “el pueblo comenzó a liberarse del socialismo” y que no se podía dejar que “ideologías nefastas dividieran a los brasileños”.

Por si quedaban dudas de lo que implica la frase “libre de amarras ideológicas”, su jefe de gabinete, Onyx Lorenzoni, lo aclaró Brasil” en clara alusión a erradicar todo lo que pueda estar ligado al PT, el Partido de los Trabajadores del expresidente Lula da Silva, quien continúa preso. Dicho y hecho, el gobierno dispuso cesantear a funcionarios del gobierno federal porque “es importante retirar de la administración todos los que tienen una marca ideológica clara”, según aseguró el propio Lorenzoni.

En cualquier lugar del planeta esto se llama persecución ideológica. Pero en el Brasil de Bolsonaro, la persecución se traduce en estar “libre de amarras ideológicas”, entendiendo a la ideología solamente como la ideología del PT de Lula; como si no fuera una definición ideológica el cálido recibimiento al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, o al primer ministro de Hungría, Viktor Orban, ambos políticos que suelen ser calificados como de “derecha” e incluso de “extrema derecha”. Ni que hablar, claro está, de la manifiesta admiración del presidente Bolsonaro hacia Donald Trump, que muy pocos en el mundo declaman tan abiertamente.

Brasil entra en una nueva era. ¿Será esta la era de las persecuciones ideológicas en nombre de la erradicación de las ideologías?

Tras esta breve referencia -pero sobredosis al fin- del Bolsonaro inspirador del ahora peronizado pastor evangélico Alfredo Olmedo, que ingresó triunfante junto al intendente Sáenz al recinto democrático del parlamento municipal hace pocas horas, cabe también mencionar cómo explicó ese “abrazo” a los ciudadanos salteños; sin duda alguna sorprendidos.

Lo hizo utilizando el más ligero como insustancial espacio de internet, el twiter, donde por supuesto no podrán abordarse nunca temas en profundidad y mucho menos explicaciones que implican hablar de filosofía, de doctrina, de convicciones, de luchas, de compromiso con argumentos. De Política escrita con mayúsculas y con el significado hoy devaluado.

Esto expresó el intendente peronista Ruberto Sáenz, ya lanzado a la candidatura a gobernador 2019, aunque su imprevisto socio de la campera amarilla sostenga con idéntica ligereza que expuso en su seudo campaña presidencial –aunque habilitado por el torpe texto mencionado- que de aquí en más corre a la par del intendente capitalino. Que corren JUNTOS:

"Asumimos el compromiso de seguir trabajando por los salteños, en el lugar que ustedes decidan que estemos. Construiremos JUNTOS el futuro de Salta"

De semejante confesión y confusión motorizada por el espasmódico twiter del entusiasmado candidato a gobernador con raíz peronista se impone, sin temor a sobreabundar en el vital punto de la contradicción ideológica, doctrinaria y principista, en otros primores del pensamiento de Bolsonaro. De todos los Bolsonaritos, valga la expresión.

Repasemos algo de la historia escrita de un Olmedo en su cuasi humorística campaña presidencial, donde –hay que reconocerlo- no supo de temores al ridículo, que es el lugar, donde dijo un sabio, nunca se vuelve. Leamos entonces otra crónica periodística:

“Tiempo atrás, el polémico diputado salteño Alfredo Olmedo hizo noticia luego que el escenario en el que oraba junto a otros fieles se desplomó violentamente. En las imágenes, difundidas por el diario El Tribuno, se podía ver cómo Olmedo caía justo en el momento en el que recibía la “bendición” y los presentes se abrazaban al grito de “viva la Patria”.

Pero no se trataba de una bendición cualquiera. Olmedo había acudido a la Iglesia Universal para recibir apoyo religioso de cara a las elecciones presidenciales del próximo año en Argentina. “No van a poder borrar los principios y valores cristianos de esta nación y no se van a meter con nuestros hijos”, dijo el pastor al bendecirlo, según lo que quedó grabado.

Y es que el diputado del bloque Salta Somos Todos (aliado de Cambiemos, de Mauricio Macri) ya expresó su intención de presentarse a esos comicios, fortalecido por el reciente triunfo del candidato presidencial Jair Bolsonaro en Brasil, a quien apoyó fervientemente y con el cual suele compararse. No por nada Olmedo se ha autoproclamado como el “Bolsonaro argentino”.

“Yo voy a ser Presidente de la nación. No tenga ninguna duda. Nosotros ya nos hemos organizado a nivel país con los hermanos evangélicos, con mucha gente católica y con otra gente que no es católica ni evangélica. Todos ven un país distinto sin Macri ni Cristina y quieren un camino en el que hay que trabajar. Hay que hacer las cosas claras, el orden, el respeto”, expresó el legislador.

Con 52 años e hijo de un terrateniente provincial conocido como el “rey de la soja” en el norte del país, Olmedo comparte muchos de los controvertidos ideales de Bolsonaro. De hecho, demostró su apoyo al líder de ultra derecha brasileño durante una reciente visita a Río de Janeiro. “Está comprometido con la gente, con el orden, el respeto y el género varón-mujer”, comentó. Incluso, anticipó que sus propuestas serán que vuelva la seguridad a las calles y la educación a las escuelas. “Es lo que propuso Bolsonaro en Brasil, la familia como base de la sociedad y el respeto y el temor a Dios por sobre todas las cosas”, destacó.

Férreo militante anti aborto, Olmedo votó en contra del proyecto que habilitaba la interrupción del embarazo este año y pidió un “cementerio para las víctimas del aborto”. También, recuerda el diario argentino La Nación, se hizo conocido por su rotunda negativa al matrimonio igualitario (“Tengo la cola cerrada y la mente abierta”, dijo hace algunos años). En 2012 había presentado un proyecto de ley para crear baños especiales para homosexuales. Además, pidió una sesión especial para tratar proyectos como la pena de muerte para femicidas y la castración química de violadores.

Olmedo también ha cobrado notoriedad por su intención de restaurar el servicio militar obligatorio, ya que considera que ese es el único camino para sacar a los jóvenes de la calle y darles un oficio para, según él, “enseñarles la cultura del trabajo”. Además fue el único diputado que votó en contra cuando se aprobó el proyecto de ley para bloquear la posibilidad de reducción de penas a represores de la dictadura.

Fanático de Donald Trump -al igual que Bolsonaro-, Olmedo dijo que el gobierno argentino debe construir un muro en la frontera con Bolivia. En noviembre de 2016 quiso aprobar un proyecto de declaración en el que expresaba su intención de transmitir “el mayor de los éxitos” al Presidente electo de EE.UU.

El diputado de característica campera amarilla, que suele defender a la “familia” y a Dios, se ha visto envuelto en varias controversias, como cuando protagonizó una pelea pública con su esposa que lo atrapó cuando salía de un motel con una amante. “Fue la reacción de una mujer celosa que cuando me conoció sabía que yo era fiestero”, explicó.

Según el diario Clarín, Olmedo también tuvo un romance con la vedette Rocío Marengo. “Es la mujer más maravillosa que conocí en mi vida”, reconoció el diputado en una entrevista radial. “Hay una relación de profundo cariño. Es una muy buena persona. Hubo una linda historia. Ahora es amigo, su familia es amiga de la mía”, sostuvo la modelo.

Para el analista argentino José Ángel Di Mauro, Olmedo no pasa de ser “un personaje pintoresco en la política nacional”. A su juicio, el diputado carece de “peso político suficiente para tallar en algún espacio político, ni conocimiento público suficiente para tratar de constituirse en una suerte de Bolsonaro local”, opinó en La Tercera.

Si con todo ese menjunje ideológico coincide Gustavo Ruberto Sáenz al punto tal de suscribir un pacto político que propondrá al conjunto de la ciudadanía salteña, resulta más que válida la evidente alarma de los justicialistas y también de los que no lo son por el “abrazo”

No vaya a ser que a la vuelta de la esquina –valga la figura- también nos aguarde un Sáenz bautizado en una pelopincho. –

Dicho esto, claro está, con el debido respeto a esa forma de culto, hecha con convicciones.

¡Grande Discepolín!

Fuente: Nueva Propuesta Salta