El Papa Francisco y la manipulación biotecnológica del cuerpo humano

Por Jorge Nicolás Lafferriere

Entre los temas que el Papa Francisco aborda en su reciente exhortación “Christus Vivit”, dirigida a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios y que recoge el trabajo del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes realizado en 2018, se encuentra su preocupación por la manipulación biotecnológica del cuerpo humano.

En efecto, dice el n. 82 del documento:

“En nuestro tiempo «los avances de las ciencias y de las tecnologías biomédicas inciden sobre la percepción del cuerpo, induciendo a la idea de que se puede modificar sin límite. La capacidad de intervenir sobre el ADN, la posibilidad de insertar elementos artificiales en el organismo (cyborg) y el desarrollo de las neurociencias constituyen un gran recurso, pero al mismo tiempo plantean interrogantes antropológicos y éticos». Pueden llevarnos a olvidar que la vida es un don, y que somos seres creados y limitados, que fácilmente podemos ser instrumentalizados por quienes tienen el poder tecnológico. «Además en algunos contextos juveniles se difunde un cierto atractivo por comportamientos de riesgo como instrumento para explorarse a sí mismos, buscando emociones fuertes y obtener un reconocimiento. […] Estos fenómenos, a los que están expuestas las nuevas generaciones, constituyen un obstáculo para una maduración serena»”.

No es la primera vez que el Papa se refiere a este tema. Justamente, en Christus Vivit cita el n. 106 de su encíclica Laudato Si’, que se refiere a la globalización del paradigma tecnocrático.

Recapitulando el pensamiento del Papa Francisco en esta materia podemos decir:

• Las tecnologías presentan un carácter ambiguo: por un lado, hay grandes beneficios, pero también hay importantes interrogantes antropológicos y éticos (CV 82)
• La mentalidad tecnocrática actúa ante el cuerpo humano y ante la naturaleza como si estuviera frente "a lo informe totalmente disponible para su manipulación. Es un paradigma homogéneo y unidimensional” (LS 106)
• El método científico con su experimentación, ya es explícitamente técnica de posesión, dominio y transformación (LS 106).
• A diferencia de las etapas anteriores, en que “la intervención humana en la naturaleza siempre ha acontecido, pero durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades que ofrecen las cosas mismas” y recibía “lo que la realidad natural de suyo permite, como tendiendo la mano” (LS 106), “ahora lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante” (LS 106).
• Tres herramientas hacen posible este surgimiento del imperativo tecnocrático: la ingeniería genómica, la introducción de elementos artificiales en el organismo y las neurociencias (CV 82).
• En relación a los jóvenes, se difunde un atractivo por los comportamientos de riesgo para explorarse a sí mismos y obtener un reconocimiento (CV 82).
• El problema es olvidar que la vida es un don, y que somos seres creados y limitados, que fácilmente podemos ser instrumentalizados por quienes tienen el poder tecnológico (CV 82).
• Como consecuencia de esta mentalidad manipuladora, “el ser humano y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados” (LS 106).

En cuanto a sus consecuencias ecológicas, “se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite y más allá del límite. Es el presupuesto falso de que «existe una cantidad ilimitada de energía y de recursos utilizables, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos»” (LS 106).