ECONOMÍA: Ante la crisis, se dispara la compra de oro por parte de los gobiernos

Hay sed de oro. La demanda mundial del metal amarillo subió un 7% en el primer trimestre de este año, según anunció este jueves el World Gold Council. Los responsables de este renovado apetito son los bancos centrales. Sus compras netas sumaron en el primer trimestre unas 145 toneladas. Se trata del mejor arranque de año desde 2013. Comparado con el mismo período de 2018, es un 68% más. En el conjunto, hasta nueve institutos emisores añadieron más de una tonelada de oro a sus reservas.

El motivo que lleva los bancos centrales a invertir en oro la necesidad de diversificar y apostar por un valor seguro en tiempos de incertidumbre. “Las tensiones comerciales, la ralentización del crecimiento y los tipos de interés negativos influyen en la mente de los inversores. Además el factor geopolíticocausa consternación”, afirman desde el World Economic Council.

Quién más compra es Rusia, con más de 50 toneladas. En la actualidad Moscú ya posee un quinto de las reservas mundiales. Los rusos llevan tiempo reduciendo su exposición al dólar -y los bonos estadounidenses- ante la necesidad de tener recursos para resistir los riesgos de posibles las sanciones internacionales. Después de dos años de pausa, también el Banco Central de China ha vuelto a comprar oro. Los Estados Unidos siguen siendo el país que más oro atesora en sus cajas fuertes (N.de la E. Desde 2012, como mínimo, existen fundadas sospechas de que EEUU no posee ni siquiera el oro que le confiaron otros países en depósito. Un tema que  PR ha seguido desde que saltó la alarma, cuando Alemania quiso repatriar su oro y EEUU les negó hasta la posibilidad de verlo en sus bóvedas de la Reserva Federal. También existen afirmaciones creíbles de expertos en el comercio mundial de minerales, de que la reserva de oro que hay en Fort Knox,  sería en realidad de lingotes de tungsteno dorado. Es decir, lingotes falsos para sustitur los propios y ajenos que EEUU ha gastado financiando sus guerras).

La demanda del metal amarillo fue desigual en otras categorías. En la joyería subió un 1% (impulsada por el mercado indio) y también se registró un aumento de los flujos en los ETFs, los fondos cotizados, que añadieron 40 toneladas. Más débil fue la compra de lingotes y monedas, que retrocedió un 1%.