Fecha: 2019-05-30 13:18:04


MACRI- PLAN ESTRATÉGICO INDUSTRIAL: Devolver el país a la edad de piedra


La industria argentina tiene capacidad de emplear al 20% de la fuerza laboral del país, según datos de los economistas. Esta capacidad de la industria argentina, que el gobierno actual está empeñado en destruir, es un dato excelente comparado con economías del llamado primer mundo.

El empleo industrial es mucho más estable, duradero y mejor pagado que el de otros sectores. En la UE la media del empleo en el sector industrial se sitúa en el 15,3% de la población activa. Según datos de 2016, en España la industria da empleo al 12,1% de la fuerza laboral; en Alemania, al 18,6%, en Francia, al 10,6%; en Italia, al 16,08; en Reino Unido, al  9%. La caída a partir de la crisis de 2008 ha sido ha sido muy significativa, por ejemplo en 2006, Alemania empleaba en su industria al 29% de su fuerza laboral, y en 2010, el 25,4%. La destrucción del empleo en el sector industrial ha tenido una gran incidencia en la aparición del trabajador precario, principalmente en el sector servicios. Les dejo con los datos del industricidio perpetrado por el gobierno macrista. M. Mestre

Fábricas cerradas, despidos, máquinas en pausa: ¿hay un industricidio en Argentina?

 

La producción cae hace casi un año sin parar, los despidos no dan respiro y no se vislumbra un plan estratégico a futuro.

JULIA MURIEL DOMINZAIN / Rt

Según la Unión Industrial Argentina (UIA) la actividad industrial lleva once meses consecutivos de caída. Una de cada dos máquinas están paradas, indica el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Además, se perdieron 137.000 puestos de trabajo industrial en los últimos tres años y medio, según el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda. ¿Hay un ‘industricidio’ en Argentina?

Las causas del diagnóstico son variadas. «La suba de costos por aumento del dólar, tarifazos, tasas de interés exorbitantes y caída de la demanda interna en un contexto de crisis mundial se combinaron para dar lugar a una tremenda destrucción del tejido industrial nacional», dijo a RT Cristian Girard, economista y parte del equipo del ex ministro de Economía y actual diputado Axel Kicillof.

Desde que asumió el Gobierno, Macri criticó —entre otras cosas— la política de subsidios a las tarifas de servicios del mandato anterior. La frase que quedó en la memoria fue la de Javier González Fraga (actual presidente del Banco de la Nación Argentina): «Venimos de 12 años en donde las cosas se hicieron mal. Se alentó el sobreconsumo, se atrasaron las tarifas y el tipo de cambio… Donde le hiciste creer a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior», dijo a mitad de 2016.

Desde entonces, el Gobierno usó varios eufemismos: el de estar «sincerando» la economía. O incluso la que dijo el propio presidente sobre que se estaba dando un proceso de «crecimiento invisible«. También afirmó, varias veces, que «lo peor ya pasó».

Entre entonces y ahora tomaron decisiones o bien «pasaron cosas» (la frase la popularizó también Macri en una entrevista televisiva el año pasado): se redujeron las retenciones a las exportaciones y subieron las tarifas de los servicios públicos, entre otras medidas. Lo cierto es que a mediados de 2018 estalló una grave crisis que hizo que el peso se devaluara casi un 100 %. La inflación acumulada en este Gobierno está cercana al 200 %.

Todo esto produjo caída en los ingresos (el salario real cae por segundo año consecutivo y en 2018 hubo la mayor pérdida de poder adquisitivo desde 2002) que provocó la disminución de la demanda interna.

Según el último informe de la UIA, el retraso de la recuperación del consumo en el mercado interno y los aumentos en los costos «empeoran el panorama complejo que debe enfrentar el sector industrial». Y por otro lado, la demanda externa no colabora. Entre las causas están la «guerra comercial» entre Estados Unidos y China y los problemas económicos del vecino Brasil.

«La tormenta perfecta para la industria se completó con la apertura comercial que, en un mundo en crisis con una guerra comercial en curso, se traduce en competencia desleal para la producción nacional», explicó Girard.

Para el economista Leandro Mora Alfonsín, «la industria es uno de los sectores más afectados por el cambio de ciclo económico». Lo dijo en conversación con este medio. El esquema del Gobierno actual, que prioriza lo financiero sobre lo productivo, para sostenerse convalida tasas de interés muy alta, que llegó a casi el 70 % anual. «Eso atenta contra el financiamiento de la industria: no se pueden sacar préstamos para endeudarse e invertir ni tampoco para financiar capital de trabajo», agregó.

Pausa fatal

 

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«La industria en Argentina tiene un gran peso: emplea al 20 % de los trabajadores. Existen sectores con distintas trayectorias, algunos tienen mayor posibilidad de exportación y otros cierran la ecuación social», explicó Mora Alfonsín. El hecho de que el empleo industrial sea el que más cayó en los últimos años, para él es un indicio de que se están «destruyendo capacidades productivas».

«La aguda caída de la producción industrial se traduce —como es de esperar— en cierres masivos de fábricas y empresas, así como en una acelerada destrucción de empleos industriales (desde la asunción de Macri se destruyeron 137.000), que son los de mejores condiciones de contratación, con altos salarios y elevada productividad», dijo Girard. Según datos de la UIA, en promedio en el sector se paga un 39 % más que en comercio.

Y hay un dato más. Según el INDEC el uso actual de la capacidad instalada es del 57,5 %. En criollo: una de cada dos máquinas está parada. Y el nivel de utilización de lo que se conoce como «capacidad instalada» promedio es el más bajo desde lo peor de la crisis de fin de la convertibilidad: en el año 2002 era 50,5 %.

¿Y la lluvia de inversiones?

El plan original del gobierno se chocó con la realidad. En su análisis, la inflación del período kirchnerista (2003—2015) se explicaba por un exceso de emisión monetaria. O sea, imprimir pesos. Según los actuales funcionarios, los anteriores hacían eso para financiar a un estado deficitario (que gasta más de lo que tiene) y a una economía con demasiada demanda que hacía espiralar los precios.

La estrategia fue priorizar el campo, la minería, el sector energético y las finanzas. Y recortar el gasto público gradualmente, financiarse con deuda externa (según datos de CEPAL, a fines de 2018 ya representaba el 77,4 % del PBI) y mantener tasas altasEn su razonamiento, el alza del dólar no afectaría a los precios. «Durante el Gobierno de Macri se tomaron 188 millones de dólares de deuda, ¿cuánto se invirtió para cerrar brechas de productividad? Nada, todo fue al canal financiero», aseguró Mora Alfonsín.

Si entró dinero fue destinado a la especulación financiera. En 2018 una gran parte de ese dinero que había entrado se retiró en masa. Esto llevó a una devaluación y a la decisión de recurrir al Fondo Monetario Internacional.

La idea de la apertura comercial tenía algo de moralizante, disciplinaría a la ‘ineficiente industria nacional’ que, como casi todo lo anterior, era ‘una ficción’. Todo esto llevaría a una ‘lluvia de inversiones’ y la eliminación de los impuestos a las exportaciones traería un boom exportador. Pero ninguna de las dos cosas sucedió.

En la actualidad, la política de tasas altas continúa. La inflación y el mercado deprimido, también. No se vislumbra un plan estratégico industrial. Y hasta la falta de inversión en investigación científica es un escándalo desde hace meses.

Fuente: http://pajarorojo.com.ar