Fecha: 2019-09-09 04:44:05


De cada crisis nace un nuevo nicho


Hombre, máquina y trabajo. Cómo funciona la destrucción creativa. El lugar de los inversores

“Nuestra compañía vive la transformación más grande de su historia”.

Las palabras salieron de boca de Nicolás Undurraga, gerente de “Express Lider”, una de las marcas bajo la cual opera en Chile la multinacional Wal-Mart en ese país.

Y el contexto en el cual las dijo fue el de la inauguración del primer supermercado 100% autoservicio que la cadena abre en América (incluyendo a Estados Unidos).

Así lo recogió CNN Chile a fines del año pasado:


Básicamente, se trata de la ausencia total de cajeros, donde cada cliente de escanea sus propios productos y paga con tarjeta de crédito o débito:


Por supuesto, en las redes sociales aparecieron rápidamente los “luditas”.

Si no escuchaste nunca el término, se refiere a aquellas personas que odian a la tecnología.

La palabra viene a partir de hombre en particular: Ned Ludd, quien en la Inglaterra de comienzos del siglo XIX encabezó un movimiento de oposición a las máquinas en la industria textil, incendiando los nuevos telares industriales y las máquinas de hilar.

La verdad no se sabe bien si Ludd existió o era un seudónimo, pero eso es irrelevante para la historia.

El punto es la disputa entre hombre, máquina y trabajo.

El argumento ludita era que estas máquinas dejarían sin trabajo a las trabajadoras menos calificadas (eran todas mujeres), por lo que había que detener su uso.

Por supuesto, eso no sucedió.

¿Se quedaron las costureras sin sus trabajos? Sí, muchas sí. Pero no todas.

Al mismo tiempo, el uso de los telares industriales abarataron los costos de las ropas de calidad, que hasta ese momento sólo podían producirse de forma manual y que sólo los ricos podían comprar.

Se saca por un lado, se da por el otro. Las trabajadoras luego se reconvirtieron a otra industria, y la “máquina” siguió funcionando.

La clave es entender (y adelantarse) a este proceso de destrucción creativa y de la manera en que nos abre oportunidades como inversores.

Fuente: Contraeconomía