Fecha: 2019-10-10 03:42:40


La Iglesia y el mensaje sobre la vida y la familia: nuevo documento de una comisión episcopal


El debate sobre el aborto que atravesó profundamente a la sociedad argentina en 2018 tuvo un profundo impacto al interior de la comunidad eclesial.

Por Jorge Nicolás Lafferriere

El debate sobre el aborto que atravesó profundamente a la sociedad argentina en 2018 tuvo un profundo impacto al interior de la comunidad eclesial. La Iglesia, que levantó su voz con respeto y argumentos racionales para defender la vida de la madre y su hijo, se vio conmovida. Pasado un cierto tiempo y ante la necesidad de ofrecer una palabra de orientación a los fieles, sin perjuicio de las declaraciones que se realizaron en el momento del debate, la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia de la Conferencia Episcopal Argentina consideró oportuno ofrecer un documento más de fondo, sobre los argumentos, sobre todo teológicos, filosóficos y culturales, en que se fundamenta su postura.

Así, se ha publicado el documento “El Dios de la vida y el amor humano” emitido por la citada Comisión con fecha 28 de agosto de 2019 y que se ocupa tanto del misterio de la vida humana, como del amor humano y su dimensión sexuada.

El documento parte de “las nuevas circunstancias  en las que se desarrolla hoy una cultura que ya no se inspira en los valores del Evangelio −donde se concibe la vida como don de Dios y el amor humano como participación en el Amor de Dios− sino que prescinde de Él, entendiendo que el ser humano se construye exclusivamente a partir de las percepciones subjetivas que tiene de sí mismo vemos necesario decir una palabra que ilumine estas realidades de enorme importancia para la persona, la familia y la sociedad”.

A diferencia de otras declaraciones de la CEA publicadas en el último tiempo, en este caso estamos ante un texto largo (20 páginas), marcadamente bíblico y teológico, que intenta conectar con las necesidades e inquietudes que hoy rodean a esta delicada temática. Atravesado por lo bíblico, el documento quiere ser un servicio a los cristianos que pueden tener dudas sobre las razones de la postura de la Iglesia. Así, no se trata de un texto que pueda ser reducido a una o dos frases, sino que requiere una lectura reposada y meditada, procurando interiorizar los presupuestos antropológicos, filosóficos y teológicos que sustentan las valoraciones que la Iglesia realiza sobre temas de candente actualidad.

“Estamos convencidos -dicen los Obispos- que la propuesta cristiana tiene una palabra luminosa, liberadora y de esperanza para vivir con sentido, alegría y plenitud la vida y el amor humano”.

En esta breve reseña, señalaremos su estructura y formularemos algunas consideraciones sobre las problemáticas de fondo a las que quiere responder el documento.

 

La estructura del documento

El documento cuenta con una introducción y tres capítulos. El primer capítulo se titula “Dios es la fuente de la vida” y se divide en tres secciones:

1.1. Nos creó a imagen y semejanza suya;

1.2. Nos creó varón y mujer;

1.3. Es el garante de la vida humana”.

El segundo capítulo se titula “Jesús revela que Dios es Amor” y sus tres secciones son las siguientes:

2.1. Jesús revela la intimidad de Dios: ¡es relación, es familia!

2.2. Dios comunica una vida nueva y plena

2.3. Nos ama hasta el extremo de darnos su Vida

El tercer capítulo lleva por título “Aprender a vivir y amar” y sus tres secciones son:

3.1. Optar por la cultura de la vida

3.2. Llevar la luz del Evangelio a madres, padres e hijos

3.3. Testigos de la belleza de la vida y del amor humano

 

Algunas primeras reflexiones

A partir de la lectura del documento, quisiera compartir algunas primeras reflexiones:

·         La Iglesia retoma un discurso claramente religioso, con tono propositivo, pero con capacidad de denunciar firmemente ataques a la vida y a la familia que no solo contradicen el plan de Dios, sino que además conducen a graves problemas personales, familiares y sociales.

·         Es importante que se vuelva a proponer la enseñanza de la Biblia sobre la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, varón y mujer, redimida en Cristo. En el fondo, la crisis cultural es tan profunda, que no basta sólo la discusión en el campo jurídico o comunicacional. Hace falta volver a descubrir verdades de fondo para poder apreciar en toda su riqueza el plan de amor de Dios. Lamentablemente, la velocidad y características de los medios y redes sociales imponen un tipo de debate y discurso que se radicaliza y que no trasciende los lugares comunes y las frases marketineras. En tal sentido, el documento es una invitación a leer con detenimiento los argumentos de fondo de la Iglesia y a reflexionar sobre la gravedad de lo que está en juego.

·         El primer capítulo pone fuerte acento en la creación del ser humano, varón y mujer, a imagen y semejanza de Dios. Se trata de responder a la ideología de género “que niega la diferencia y la reciprocidad natural entre la mujer y el varón, y se constituye como una seria amenaza al vínculo primario y esencial del binomio humano. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se convierten en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas”. Para el documento, “también hoy nos enfrentamos a las mismas tentaciones de siempre que nos ilusionan, creyendo que, si nos liberamos de la tutela de Dios, seremos más felices y libres de gozar la vida hasta la saciedad. Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada”.

·         Pero el fundamento de las enseñanzas de la Iglesia no se limita al orden de la creación. Por ello, el segundo capítulo es cristológico y trinitario, de modo que en Jesús descubrimos el sentido último de la vida y también de la familia y la sociedad. “Dios es familia y ello significa que es comunión, reciprocidad, alteridad, vínculo de personas que se aman mutuamente y que se interrelacionan”.

·         El misterio de Jesús ilumina el sentido último del amor: “el Amor de Dios que se nos ha revelado en su Hijo Jesucristo, es un potente faro de luz para ver cuál es la dinámica auténtica del amor cristiano: “dar la vida”. El discípulo de Jesucristo, asume como propio y distintivo ese componente martirial, por la que está dispuesto a dar la vida. Aquí está el punto capital de inflexión que cualifica todas las relaciones del ser humano y determina la calidad de esas relaciones. Si atenuáramos o prescindiéramos de este componente martirial cristiano, la persona humana se convertiría en un valor relativo a los demás seres vivos, las relaciones con sus semejantes se debilitarían y convertirían en relaciones pactadas por consenso y sólo por el tiempo que duraran los intereses de ese pacto”.

·         Detrás del debate sobre aborto e ideología de género, está en juego la misma noción de persona y sociedad. “La gran tentación es que la sexualidad sea instrumento para usar a los demás y por eso la educación requiere aprender de Cristo la capacidad de entregarse plenamente a una persona, de manera exclusiva y generosa”. En tal sentido, el documento afirma: “La maravilla de la sexualidad humana tiene íntima conexión con nuestros vínculos. En nuestro tiempo, el anhelo de vínculos sólidos y duraderos en el amor enfrenta el desafío de la cultura de lo provisorio. Las dificultades de muchos jóvenes para compromisos duraderos y estables y para alcanzar la madurez afectiva, la crisis del matrimonio, el ritmo vertiginoso de vida, la organización laboral y social que dificulta los vínculos estables, el individualismo exacerbado que exalta la autonomía absoluta y la soledad de muchos adultos mayores, son realidades ante las cuales tenemos que volver a descubrir la belleza del amor humano. Es doloroso constatar que la sexualidad entendida bajo la lógica del consumo y del relativismo, deja profundas heridas en las personas. Pero el proyecto de Dios es que nuestros vínculos sean plenos en el amor”.

·         Uno de los problemas de fondo que subyacen en estos debates es la contraposición entre naturaleza y cultura. Al respecto, el documento afirma: “Naturaleza y cultura no tienen por qué oponerse. En el ámbito de la sexualidad, una verdadera educación afectiva y en el amor, debe intentar que la persona logre una personalidad cada vez más unificada, y no fragmentada en aspectos diferentes y contrapuestos”

·         El documento se refiere a distintos ámbitos en los que hay que optar por la vida: habla de los padres cristianos, las escuelas, los movimientos, la parroquia, la pastoral familiar, la oración por la vida.

·         Pero también alienta a los laicos porque “el compromiso por cuidar y respetar la vida no se puede limitar a las tareas pastorales intraeclesiales. Así, se requiere que los laicos asuman su compromiso en la edificación de las realidades temporales, con la confianza en la gracia y el aporte de las propias competencias en el campo de la legítima autonomía de los saberes. La coherencia entre fe y vida, la confianza en la acción del Espíritu Santo que nos identifica con Jesús y el compromiso por luchar contra toda pobreza, son condiciones necesarias para una acción creíble y eficaz en este campo”.

·         Respecto al matrimonio, el documento recuerda la importancia de proponer el ideal: “El matrimonio es un signo precioso, porque cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del matrimonio, Dios, por decirlo así, se “refleja” en ellos, imprime en ellos los propios rasgos y el carácter indeleble de su amor. El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros. También Dios, en efecto, es comunión: las tres Personas del Padre, Hijo y Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es precisamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia”. A su vez, reconoce que hay que ser realistas y acompañar a las distintas realidades sin dejar de proponer el ideal.

·         Sobre la sexualidad humana, el documento afirma que “expresa de manera integral esta dimensión de fecundidad y trascendencia del amor humano. La persona no se entiende si no se alcanza la dimensión misteriosa y espiritual del amor. Ella no es algo puramente biológico, sino que es biográfico: afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano”. “La integralidad de la sexualidad adquiere un sentido pleno: se trata de alcanzar el núcleo fundante de la persona humana, observar y acompañar su expresión a través de todas sus manifestaciones (físicas, psicológicas, afectivas, comunicativas, institucionales, entre otras). La sexualidad es clave para lograr la integración de todas las dimensiones de la persona”. “El encuadramiento de la sexualidad en el campo del matrimonio y la familia, junto con la promoción del valor y el respeto por la vida humana, en cualquier circunstancia en que ésta se geste y desarrolle, constituyen otros dos pilares fundamentales de la educación sexual”.

·         El realismo del documento también se expresa cuando señala: “No desconocemos la complejidad misma de la persona, ni las vicisitudes de la cultura en la que estamos inmersos. Todo esto implica un desafío de integración aún más apasionante. Tampoco se nos ocultan las dificultades personales a las que se enfrenta cualquier docente de educación sexual: estamos ante la transmisión de un conocimiento que afecta profundamente las realidades, tanto del profesor como del alumno y su entorno”.

·         Ante el aborto, el documento es claro: “La defensa de la vida humana que realizamos como Iglesia es una apelación, ante todo, a valores inscriptos en la conciencia de cada persona, que reconoce que no es lícito quitar la vida de un inocente. Además, la ciencia devela y confirma, con nuevas y poderosas tecnologías el misterio de la vida dentro y fuera del vientre de la madre. Esa realidad la podemos contemplar maravillados en las ecografías y demás técnicas de imágenes, que nos permiten celebrar el don de la vida de un nuevo ser humano desde los primerísimos momentos de su concepción”.

·         Igualmente, el documento recoge la importancia de trabajar “por las dos vidas”: “También en el plano legislativo la defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural es una exigencia de justicia. Pero también, como expresión del compromiso con el don de la vida, en muchos lugares de nuestro país han surgido iniciativas en el campo de la vida pública para favorecer acciones y políticas educativas, sanitarias, laborales, previsionales y culturales de promoción de los derechos de la maternidad vulnerable, procurando ayudar a prevenir las muertes maternas y cuidar la vida de la madre y el niño. Alentamos a seguir ese camino positivo de amor y compromiso justo por los que más lo necesitan, y valoramos especialmente los esfuerzos por acompañar y sanar a las mujeres que han recurrido al aborto”.

Terminamos este breve comentario transcribiendo el último párrafo del documento, que  vuelve la mirada al Señor Jesús y a su Madre: “Jesús nos reveló que la fuente de la vida y del amor humano está en Dios, y es también Él quien nos enseña a vivir y amar. Le pedimos a María, a quien el Señor de la Vida eligió como Madre suya y la entregó como Madre nuestra, que nos acompañe e interceda para que, junto a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, contemplemos, cuidemos y promovamos siempre la belleza de la vida y el amor humano”.

Fuente: Parte de Prensa