Fecha: 2019-04-01 02:25:25


¿El conflicto es comercial o tecnológico?


El día de hoy, nuestro especialista en tecnología Ariel Walovnik nos trae una columna acerca de la guerra comercial entre Estados Unidos y China pero con su habitual impronta; ¿Cómo afecta esto el futuro tecnológico del mundo?

Lo primero y en realidad la cuestión transversal a todo el texto es cuestionar si la guerra es comercial o a fin de cuentas es acerca de quién va a predominar en el mundo de la tecnología. 

En esta columna encontrarás la respuesta a preguntas como: ¿A quién le pertenece la propiedad intelectual? ¿Hay compañías que roban propiedad intelectual? En caso de haberlas, ¿Hay algún país más infractor que otro? ¿Qué país tendrá la mayor porción de mercado tecnológico? 

Todo esto hay que entenderlo en un marco donde para algunas empresas su propiedad intelectual lo es todo. 

Por último, Ariel refuerza su análisis con algunos casos puntuales y te cuenta acerca de la mejora de infraestructura más grande y significativa desde que instalamos la red eléctrica. 

La guerra es tecnológica y no solo comercial 
 
Escuchamos mucho sobre la guerra comercial entre los Estados Unidos y China. Constantemente vemos noticias de las negociaciones entre ambos países y de cómo Trump quiere que su país deje de tener una balanza comercial negativa con China. 

Las noticias suelen informar sobre los acuerdos que ambos están generando para que el gigante asiático compre más productos norteamericanos y así reducir ese gran desequilibrio que existe entre ambas naciones. 

Pero no se equivoque, esta no es una guerra por cuestiones comerciales, esta es una guerra tecnológica. 

Se trata de quién podrá mantener el liderazgo tecnológico a medida que el mundo se irá transformando con el 5G, la Inteligencia Artificial (IA) y con el Internet de las Cosas (IoT). 

Los Estados Unidos han acusado a China de robar secretos tecnológicos a través del espionaje corporativo y la piratería. También la han acusado de realizar prácticas comerciales injustas forzando a empresas a realizar transferencias tecnológicas a cambio de poder participaren en el mercado asiático. 

Dentro de las negociaciones llevadas a cabo por la administración de Trump, uno de los puntos centrales y más conflictivos ha sido la falta de consideración de China por la protección de la propiedad intelectual. Este es un punto clave que preocupa, y mucho, a los norteamericanos. 

De hecho, en el último Consejo del CFO Global realizado por la cadena CNBC, uno de cada cinco directores de las principales compañías americanas, afirma que las compañías chinas han robado su propiedad intelectual en el último año. En total, 7 de las 23 empresas encuestadas dicen que las firmas chinas les han robado en la última década. Un dato claramente impactante. 


No hay estadísticas exactas sobre el robo de secretos comerciales, pero China sigue siendo el principal infractor de la propiedad intelectual. Según la Comisión de Propiedad Intelectual, se estima un costo de hasta 600 mil millones de dólares para la economía norteamericana como consecuencia de los robos a la propiedad intelectual o secretos comerciales. 

Los casos de robo de propiedad intelectual presentados en los últimos años por el gobierno de Estados Unidos contra empleados chinos de firmas norteamericanas y oficiales de inteligencia chinos, han involucrado a grandes compañías como Apple, IBM y GE. 

Estas están lejos de ser acusaciones sin fundamento. Ha habido casos de empresas estadounidenses que perdieron cerca del 90% de su valor luego de sufrir el robo de tecnología valiosa y de la producción de copias sin licencia por parte de socios chinos que habían ingresado a la empresa. Básicamente se asociaban a la firma y luego de tomar la propiedad intelectual que les interesaba, renunciaban a los acuerdos hechos haciéndole perder mucho dinero a las empresas americanas. 

Eso es lo que le sucedió a American Superconductor en 2010 y 2011 cuando su socio chino pagó a un empleado para robar el código de computadora que regía el rendimiento de los aerogeneradores. Luego, la compañía usó ese código, se negó a pagar los envíos anteriores y colapsó el valor de AMSC. 

Ahora los EE. UU. están luchando y la guerra tecnológica se está calentando a medida que se realizan nuevos avances tecnológicos. El 5G será grande el próximo año, ya que las redes inalámbricas de alta velocidad están integradas en lo que se ha denominado “la mejora de infraestructura más grande y significativa desde que instalamos la red eléctrica”. 

Un ejemplo claro de lo importante de todo este entramado tecnológico se dio el año pasado cuando Trump bloqueo la compra del fabricante de chips norteamericano Qualcomm, por parte de la empresa Broadcom, con base en Singapur. Por motivos de seguridad nacional, se impidió que prosperase la oferta de 117 mil millones de dólares hecha por Broadcom, mostrando que estaban dispuesto a hacer lo necesario para aumentar la protección en este mercado tecnológico. Si bien Broadcom tiene su sede en Singapur, China fue la principal preocupación que impulsó la decisión de Trump sobre el acuerdo de Qualcomm. Permitir que se adquiriera una empresa de tecnología estadounidense cedería supremacía en la industria de los semiconductores y la tecnología inalámbrica. Esto es algo en lo que los americanos no están dispuestos a ceder. 

Otro importante round de esta disputa se ha estado dando con el gigante tecnológico chino Huawei, el cual ha sido bloqueado constantemente para participar del mercado americano. La administración de Trump considera que 5G es una iniciativa nacional crucial para mantener la competitividad del país y garantizar la seguridad de la información nacional. 

Pero no solo los Estados Unidos se niega a permitir que los equipos de red de Huawei, potencialmente llenos de puertas traseras, permitan a China espiar a todos, sino también a otros países. Eso incluye a Japón, Australia y Nueva Zelanda. Potencialmente, Gran Bretaña, Canadá, India, Italia y otros se unirán para prohibir los equipos de Huawei para sus actualizaciones de red 5G planificadas, si es que aún no lo han hecho. 

A estos bloqueos podemos incluirle los problemas legales y el arresto de la hija del dueño y CFO de la compañía. Otro claro ejemplo de lo potente que han sido estas disputas. 

Bloquear a Huawei y otras firmas chinas significa que es probable que las empresas de tecnología de Estados Unidos lideren no solo aquí sino también en el extranjero en los principales mercados. Y eso significa una mayor participación de mercado y ganancias. 

No solo es la tecnología y la seguridad nacional lo que está detrás de estas disputas entre las potencias. De fondo también existe un enorme negocio de billones y billones de dólares, pero eso será tema de una próxima columna. 

Fuente: Contraeconomía