Fecha: 2024-11-13 03:05:15
Hay consignas que da gusto cantarlas. Conmueven la subjetividad anestesiada. Propician lo colectivo. Nos hacen recordar viejos y buenos tiempos y aminoran el malestar de estos días. En ese sentido, las consignas operan como una gran condensación de deseos, motivaciones, intereses, anhelos. Una virtud que tienen es que sólo pueden ser dichas o cantadas en grupos. La consigna es siempre grupal. Y colectiva. Un agenciamiento colectivo con un alto impacto en lo real.
Hernán Heselmann decía que el agenciamiento es apropiación deseante. La Patria No se Vende es una apropiación: la patria es el otro y la Patria soy yo. Y deseante: no se vende. Pero más allá de haberla dicho, de haberla cantado, de haberla compartido, cabe una reflexión sobre el núcleo de verdad de la consigna. Lamento cumplir el rol del payaso mala onda. Quizá porque piense que sólo la verdad nos hará libres. Y si no es así, al menos la mentira y la falsedad nos coloca en el lugar permanente de esclavos. Hasta de un tuit.
El apelativo vendepatria viene de la noche de los tiempos. Paradigmático el pacto Roca Runciman denunciado por el diputado Lisandro de la Torre. Le costó la vida a Enzo Bordabehere. Lisandro se suicidó porque ya no soportaba el asco de seguir viviendo. Estamos hablando de 1933, ayer nomás. La patria se sigue vendiendo, pero en cómodas cuotas para el comprador. Quizá porque nuestro proceso de independencia fue un parto de nalgas, con doble circular de cordón.
De 1810 a 1816 pasaron seis años. La consumación tardó demasiado. Muy tempranamente se vendió en cuotas. Con el maquillaje de un préstamo temprano. El 1º de julio de 1824 la Junta de Representantes de Buenos Aires firma el empréstito con el Banco Baring Brothers de Londres consistente en 2.000 obligaciones de 500 libras cada una a razón de 6% anual, totalizando 1.000.000 de libras esterlinas. Una bicoca que terminó pagando el Estado Nacional. La Patria empezó a venderse en ese momento. Y no dejó de hacerse, salvo algunos intervalos que no se supieron defender.
Por lo tanto, cabe aceptar que la Patria ya se vendió y no deja de venderse. Lo cual obligaría a otras consignas, del tipo “devuelvan la Patria” o algo así. La situación aún es más grave. La Patria es un concepto que ya deviene abstracto. En una época se hablaba de la Patria Peronista, la Patria Socialista, la Patria Contratista. Queda claro que la que subsiste es la Patria Financiera. Y esas patrias no albergan ciudadanos libres. Es una patria donde hay mucho más que castas políticas. Castas económicas, industriales, económicas. Una Patria de castas varias. Esas castas son especialistas en ventas en cuotas. Pero son ventas donde se incluye a los habitantes que sobreviven en los territorios desolados de esa Patria.
La pregunta es: ¿no habría una Patria que habría que vender en el caso de que alguien quiera comprarla? Una Patria que deja a la intemperie a millones de personas. Los grupos vulnerables son mayoría. O sea: hay que recuperar la Patria sublevada. La Patria que combatió al Imperio Español.
La patria ya se vendió. En cómodas cuotas. Habrá que recuperarla al contado.
Fuente: www.pelotadetrapo.org.ar